/ Capítulo 04 .

Dos tenaces luchadores contra la contaminación de Indupa en Cinco Saltos

Un liberal y un comunista que se unieron para investigar los daños ambientales que generó Indupa en una isla del Canal Principal en Cinco Saltos, recuerdan la movilización popular y aún se preguntan dónde está el mercurio encapsulado.

Primero llega Norberto Cacho Mazzoni y al rato aparece José Pincho Chandía. El primero es alto y tiene una voz gruesa que impone el mismo respeto que su porte. El segundo tiene aspecto de tío bonachón, de cómplice, de tener siempre a mano una historia para contar.

Vienen de mundos distintos y especialmente de sectores políticos contrapuestos.

Mazzoni militó en el PRO, fue concejal suplente. Y Chandía es un histórico referente comunista de Cinco Saltos, que también fue edil y logró la aprobación de una ordenanza antifracking en Cinco Saltos.

Pese al supuesto enfrentamiento partidario un nexo muy fuerte los une y los encolumnó, años atrás, tras una causa. Fue y es el interés por defender a su ciudad de la contaminación. La representación de este problema está ante sus ojos: son varios edificios derruidos rodeados por el Canal Grande. Las estructuras parecen dignas de una escena de la serie Chernobyl.

La historia

Indupa, hasta que dejó la ciudad en la década para trasladarse a Bahía Blanca en los años 90, fue durante décadas el motor económico de Cinco Saltos.

Con su traslado a Buenos Aires, se formó Imextrade, la firma encargada de abordar el pasivo ambiental.

Corría 2006 y los vecinos decidieron que era el momento de la movilización sin banderías políticas. La evidencia de un gran perjuicio ambiental crecía con el paso de las semanas.

Fue en aquellos reclamos que se forjó la alianza entre los dos hombres que hoy miran, con nostalgia, las derruidas instalaciones de lo que fue Indupa.

Mazzoni y Chandía lucharon para evitar que la contaminación siguiera y para se remediara parte de lo afectado.

Pero aún hoy tienen una pregunta sin responder: ¿Dónde fue a parar el mercurio que se usaba en las entrañas de esta fábrica que producía fertilizantes químicos?

La empresa química llegó a Cinco Saltos a finales de la década del 40. Y el lugar elegido para su instalación fue en el medio del Canal Grande, de donde extraía el agua necesaria para su funcionamiento. A metros, la pequeña central eléctrica Julián Romero también proveía energía.

Qué producía

En Indupa se producía cloro, hidróxido de sodio, ácido clorhídrico, cloruro de calcio, hipoclorito de sodio, cloruro de hidrógeno, acetileno, tricloroetileno, cloruro de vinilo monómero y policloruro de vinilo, más conocido como PVC.

También se elaboró en la planta el plaguicida hexaclorociclohexano, conocido comercialmente como “666”. Una de las principales materias primas era el temido mercurio.

“La gente deseaba tener trabajo en Indupa por los sueldos altos que tenía”, indica Pincho Chandía, que trabajó cinco años en la firma, entre 1983 y 1988, hasta que lo despidieron por su actividad sindical.

“Estaban todas las pequeñas empresas satélites que trabajan para la industria. En esa época solo había fruticultura. Por eso me gusta decir que era la Vaca Muerta de Cinco Saltos”, compara Mazzoni.

Pincho había vislumbrado, en su paso por la empresa, que Indupa estaba en un proceso lento de desmantelamiento de su estructura en Cinco Saltos.

“Algunos veíamos la falta de inversión y el vaciamiento de la empresa. Llamativamente también los compañeros que morían de cáncer...”, recuerda Chandía.

Enfermedades

“Muchos de los que trabajaban acá (señala la empresa) murieron de cáncer,
algunos de ellos muy particulares, especies de leucemias.
Gente joven con tumores cerebrales”.enumera José Chandía el extrabajador de Indupa, que ahora es enfermero en Cipolletti.

Justamente lo que vio en Indupa, sus compañeros enfermos, lo movilizó a estudiar esta profesión.

Remarca que la enfermedad “no discriminaba. Para nosotros empíricamente era muy superior la cantidad de casos de cáncer que había en Indupa que los casos, por ejemplo, que había en las chacras, que era otro ámbito donde los trabajadores estaban expuestos a contaminantes. Hay que entender que no es que había cien casos, en este tema dos casos son significativos por la cantidad que ocurren en comparación con otros lugares”, precisa Chandía.

La gran lucha

La batalla contra la contaminación comenzó casi en forma fortuita. Encendió las alarmas el descubrimiento, en 2006, de un camión con carbón activado con altos niveles de mercurio, que era llevado al depósito de seguridad que había sobre las bardas.

El camión de varias toneladas era operado sin ningún tipo de medida de seguridad y de manera ilegal.

“A partir de ahí se empezó a trabajar con las autoridades municipales y todas las fuerzas vivas de Cinco Saltos”, rememora Mazzoni.

La preocupación crecía y hubo un hecho que despertaba más inquietud: no se podía entrar a la planta de Imextrade. “Entramos gracias a la exsecretaría de ambiente de Nación, Romina Picolotti. Se empezó a presionar y se descubrieron cosas. Se tomaban muestras y daban altos niveles de mercurio”, remarcan Chandía y Mazzoni.

Investigadores a la fuerza

“Mucha gente de Cinco Saltos, gente común, venía y nos decía: ‘Miren aquello’, e íbamos y nos encontrábamos con algo. Íbamos a otro lado y descubríamos otra” irregularidad, rememora Mazzoni. En aquella época se transformaron prácticamente en detectives ambientales.

“Se hicieron muchas cosas, otras no se pudieron”, afirma Cacho, con resignación.

Con el pasar de los meses y de hurgar en las entrañas de la exIndupa, se descubrieron muchas formas de contaminación. Fue un trabajo de varios años que involucró a cientos de vecinos.

Se solicitó y se logró una auditoria ambiental, que se hizo y entregó su resultado en 2014.

¿Dónde está el mercurio?

“La auditoria estableció que el mercurio que se decía había acá (encapsulado en una especie de bóveda de concreto), no estaba. ¿Dónde estaba?”, se preguntan a dúo. “No sabemos. El plan de normalización ambiental no había dado resultado, porque la idea era contener ese mercurio dentro de la isla”, indica Norberto. “Históricamente se dijo que era el mayor enterramiento de mercurio de la Latinoamérica”, aclaran.

Además de la auditoría ambiental también se concretó un estudio epidemiológico, aunque, según aclaran Mazzoni y Chandía, no posiblemente con el nivel que se pretendía.

Bolsas contaminadas

En todo el proceso de movilización de los vecinos se supo de las bolsas contaminadas que había en el relleno sanitario de 53 hectáreas que está en la barda y del vuelco de HCH (un componente de mayor toxicidad y letalidad que el prohibido gamexane) que también se realizó en la meseta. Y también se enteraron de las piletas construidas en la fábrica para que vaya el agua de lluvia con mercurio.

“Eso (los elementos contaminantes) iba al P2, el canal que pasaba por barrios de Cipolletti, por Puente 83 y que llega al río. Todas esas cosas se descubrieron y se solucionaron, no al ciento por ciento algunas, pero se solucionaron”, destaca Norberto.

“Estaban todas las pequeñas empresas satélites que trabajan para Indupa. En esa época solo había fruticultura. Por eso me gusta decir que era la Vaca Muerta de Cinco Saltos”. nos dice Cacho.

Resarcimiento

Tras todos los años pasaron, para Pincho falta un resarcimiento para los extrabajadores y la comunidad de Cinco Saltos, por el grado de contaminación que recibieron. También porque en el proceso que demandó la lucha contra la contaminación “se inhabilitaron 50 hectáreas de nuestro ejido para un relleno sanitario”.

Además, los dos hombres coinciden en remarcar que un tema preocupante que no se abordó fue que hay terrenos de Cinco Saltos rellenados “con barros de Indupa”.

En perspectiva

“El grupo se fue desarmando y nosotros dejamos de participar tras la auditoría. La información que tenemos sobre cómo está la situación la causa de la contaminación es la que sale en el diario Río Negro, afirma Norberto Mazzoni. El rol protagónico que tuvieron y que derribó sus barreras ideológicas ahora puede verse desde lejos, en perspectiva. “Cuando se da este tipo de movimientos, es muy mezquino tratar de partidizar un reclamo de estas características”. El motivo fue claro para Cacho: “Yo quiero que mis nietos no vivan en una ciudad contaminada. Ese fue el objetivo de todos”.

Y Pincho asiente, una vez más, siempre de acuerdo con su viejo compañero de lucha, mientras su mirada se pierde en las ruinas de la isla del Canal Principal.


Una auditoría que dejó pocas certezas

En noviembre de 2014 se supo el resultado de la auditoría que tanto había reclamado la comunidad de Cinco Saltos.

“En la isla, el mercurio se está yendo”, señaló ante los vecinos el gerente de la consultora contratada, Francisco Nullo, en referencia a las toneladas de residuos contaminantes que dejó “encapsulados” bajo la planta industrial de fabricación de elementos químicos, la ex Indupa. Conclusión: el depósito de restos peligrosos tenía pérdidas de mercurio y de órganos clorados.

En julio de 2015, la Corte Suprema determinó que el Juzgado en lo Civil, Comercial y Minería número 1 de Cipoletti sería el encargado de atender una demanda contra cuatro firmas por la contaminación ambiental producto de la “operación, cierre y desmantelamiento de la planta industrial ‘Indupa’ en Cinco Salto.

En enero de 2016, la municipalidad de Cinco Saltos inició un empadronamiento de vecinos y de toda aquella persona que considere que pudo haber sido afectada por la contaminación de la exIndupa para colaborar con la Justicia Federal que se ocupa de un amparo colectivo de los exindupanos.


“Aprender a caminar y despues a nadar era común”

La vida de José Pincho Chandía siempre estuvo junto al Canal Grande.

Se crió a metros del curso de agua, trabajó en Indupa y hoy vive en una casa que está muy cerca del canal principal, en Cinco Saltos.

“Para nosotros aprender a caminar y después a nadar era algo natural”, destaca con una sonrisa el extrabajador de Indupa.

Chandía y sus amigos no tenían mucha técnica para nadar, pero les alcanzaba para mantenerse a flote, cruzar y volver al lugar de origen.

“Antes -aclara- el canal tenía vegetaciones al acostado. Tenía juncos y te metías y podías agarrarte de los carrizos”.

Chandía habla sobre su niñez y el canal con alegría. Recuerda detalles y afloran sonrisas cuando cuenta sobre las eternas tardes en sus aguas.

“Nos íbamos caminando canal arriba, 700 u 800 metros, y nos tiramos en las cámaras de camión”, recuerda.

Pero además, el canal ofrecía una rica variedad de animales que se podían apreciar mientras se dejaban llevar por la corriente en sus improvisadas balsas.

Ahí aparece aún más entusiasmo en las palabras de Pincho Chandía: “Había unos pájaros que nosotros le decíamos ‘los siete colores’, que si me preguntás qué variedad son, no tengo ni idea, pero eran tan hermosos...”

Continúa: “teníamos un lugar acá en la costanera: el Bosque. Nos traían el Día del Estudiante. Era un lugar hermoso que después por loteos o por no sé qué cosa, lo tiraron todo. Era todo a la orilla del canal”, describe Chandía, con ademanes de entusiasmo.

En aquellos años de niñez, el carrizo, una planta que crece a orillas de los canales, proveía un insumo clave para las casas de adobe.

“Hacíamos los techos y después en el verano se hacía lo que era la ramada, una extensión de la casa para sombrear. El carrizo era fundamental”, rememora Pincho, mientras camina lentamente y señala un punto en la orilla.

Y cierra sus recuerdos con un costado más lúgubre del canal grande: el ser el lugar elegido para quienes decidían quitarse la vida. “Le decíamos el quitapenas”, memora.

José Chandía fue el impulsor, a partir de la experiencia
que vivió la ciudad por Indupa, de la ordenanza antifracking
que aprobó el Concejo Deliberante de Cinco Saltos.







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